jueves, 27 de diciembre de 2007

DECÁLOGO DEL OPTIMISTA


1 - Los optimistas se aman, procuran un alto nivel de autoestima, se valoran y aprovechan lo mejor posible sus talentos personales innatos.

2 - Los optimistas aceptan a los demás como son, y no malgastan energías queriendo cambiarlos, sólo influyen en ellos con paciencia y tolerancia.

3 - Los optimistas son espirituales, cultivan una excelente relación con Dios y tienen en su fe una viva fuente de luz y de esperanza.

4 - Los optimistas disfrutan del "aquí" y el "ahora", no viajan al pasado con el sentimiento de culpa ni el rencor, ni al futuro con angustia. Disfrutan con buen humor y con amor.

5 - Los optimistas ven oportunidades en las dificultades, cuenta con la lección que nos ofrecen los errores y tienen habilidad para aprender de los fracasos.

6 - Los optimistas son entusiastas, dan la vida por sus sueños y están convencidos de que la confianza y el compromiso personal obran milagros.

7 - Los optimistas son íntegros y de principios sólidos, por eso disfrutan de paz interior y la irradian y comparten, aún en medio de problemas y crisis.

8 - Los optimistas no se desgastan en la crítica destructiva y ven la envidia como un veneno. No son espectadores de las crisis sino protagonistas del cambio.

9 - Los optimistas cuidan sus relaciones interpersonales con esmero, saben trabajar en equipo y son animosos sembradores de fe, esperanza y alegrías.

10 - Los optimistas también tienen épocas difíciles, pero no se rinden ni se dejan aplastar por su peso, ya que saben que aún la noche más oscura tiene un claro amanecer y que por encima de las nubes más densas sigue brillando el sol; que todo túnel, por más largo y oscuro que sea siempre tendrá otra
salida y que todo río siempre tiene dos orillas.

Gonzalo Gallo G.

domingo, 16 de diciembre de 2007

LEYENDAS DE NAVIDAD


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LEYENDAS DEL ÁRBOL DE NAVIDAD

Entre las mitologías germánicas está el mito del árbol plantado en medio de la tierra, cuyas ramas alcanzan el cielo y en ellas están colgadas las estrellas que brillan por la noche. Ahí tenemos probablemente el más remoto origen de las luces del Árbol de Navidad, que si bien pudo verse en los antiguos grabados mitológicos, no pudo llevarse a la realidad en su primer formato hasta el siglo XVIII en quie los sopladores de cristal de Bohemia idearon las bolitas que reflejaban el resplandor de las velas, candiles y hachones. La electricidad hizo finalmente posible que el árbol tuviera luz propia sin riesgo de incendio. Esa es la versión de la mitología germánica del Árbol de Navidad.

La versión cristiana, en cuanto a sus adornos, tiene su referente mítico en el Árbol de la Vida, que era portador de todos los frutos que el hombre pudiera apetecer; incluido el más preciado, el de la inmortalidad. El día del Nacimiento de Dios, es decir el día de Navidad gozan todos del privilegio único de ver satisfechos sus deseos acariciados durante todo el año, ofrecidos como fruto por el Árbol de Navidad. Es el momento de resarcirse de la austeridad que impone la vida el resto del año.

Hay varias leyendas germánicas en que se fundamenta la práctica de introducir en las casas el Árbol de Navidad convirtiéndolo en el eje en torno al que giran estas fiestas. La más antigua se remonta al siglo VIII y está relacionada con San Bonifacio, el evangelizador de Alemania. Cuenta su hagiografía que viendo un día que los druidas a los que intentaba convertir al cristianismo persistían en su adoración al gran roble del bosque, decidió derribarlo el santo. En su caída estrepitosa acabó con cuantos árboles y arbustos había a su alrededor; sólo un humilde abeto quedó incólume. San Bonifacio interpretó esto como una señal del cielo que predestinaba al abeto a ocupar en la vida de los cristianos el lugar que había ocupado el roble en la de los druidas; pero sin los caracteres idolátricos que entre éstos tenía.

Otra formulación de la leyenda es que San Bonifacio, en uno de sus viajes, se topó con un grupo de paganos alrededor a un gran abeto en el momento en que iban a sacrificar un niño en honor al Dios Thor. Para detener el sacrificio y salvar al muchacho, San Bonifacio derribó el árbol con un poderoso golpe de su puño. Les explicó el santo que aquel abeto había cedido a la débil fuerza de su puño porque estaba llamado a ser el árbol de la vida, y no consentía convertirse en el altar de un sacrificio de muerte.

Otra leyenda, ésta adaptada a la iglesia protestante, explica que Martin Lutero estaba caminando por un bosque en la víspera de Navidad, cuando se sintió deslumbrado por la belleza de millones de estrellas que brillaban a través de las ramas de los árboles. Esa imagen de la belleza del bosque iluminado por las estrellas, le hizo concebir la idea de trasladarla a la ciudad. Arrancó pues un pequeño abeto y se lo llevó a casa. Para recrear la misma belleza que había vislumbrado en el bosque, colgó de sus ramas gran número de bujías (pequeñas velas). El resultado fue tan sorprendente, que fue imitado cada vez por más familias hasta que se extendió esta costumbre por toda Alemania.

Con el paso de los siglos, dice esa misma tradición, decayó la costumbre del Árbol de Navidad, pero después de la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) los suecos volvieron a introducir en Alemania esta tradición. A lo largo del siglo XIX se extendió esta bella costumbre por toda Europa, empezando por Austria, Gran Bretaña y Francia. Y continuó su expansión alcanzando a España ya en el siglo XX.

Fuente: El almanaque.com

jueves, 13 de diciembre de 2007

FRASES DE NAVIDAD

No existe la Navidad ideal, solo la Navidad
que usted decida crear como reflejo de sus valores,
deseos, queridos y tradiciones. (Bill McKibben)


Bendita sea la fecha que une a todo el mundo en una conspiración de amor. (Hamilton Wright Mabi)

La Navidad no es una fecha... Es un estado de la mente (Mary Ellen Chase)

Tal vez el mejor adorno de navidad es una gran sonrisa

Si no sabes qué regalar a tus seres más queridos en Navidad, regáleles tu amor

¿Qué es la Navidad? Es la ternura del pasado, el valor del presente y la esperanza del futuro. Es el deseo más sincero de que cada taza se rebose con bendiciones ricas y eternas, y de que cada camino nos lleve a la paz. (Agnes M. Pharo)

¡Feliz, feliz Navidad, la que hace que nos acordemos de las ilusiones de nuestra infancia, le recuerde al abuelo las alegrías de su juventud, y le transporte al viajero a su chimenea y a su dulce hogar! (Charles Dickens)

Viene cada año y vendrá para siempre. Y con la Navidad vienen los recuerdos y las costumbres. Esos recuerdos cotidianos humildes a los que todas las madres nos agarramos. Como la Virgen María, en los rincones secretos de su corazón. (Marjorie Holmes)

Honraré la Navidad en mi corazón y procuraré conservarla durante todo el año (Charles Dickens)

Mejor que todos los regalos debajo del árbol de navidad es la presencia de una familia feliz

Aunque se pierdan otras cosas a lo largo de los años, mantengamos la Navidad como algo brillante.…. Regresemos a nuestra fe infantil. (Grace Noll Crowell)

La Navidad! La propia palabra llena nuestros corazones de alegría. No importa cuánto temamos las prisas, las listas de regalos navideños y las felicitaciones que nos queden por hacer. Cuando llegue el día de Navidad, nos viene el mismo calor que sentíamos cuando éramos niños, el mismo calor que envuelve nuestro corazón y nuestro hogar. (Joan Winmill Brown)

Ojala pudiesemos meter el espiritud de navidad en jarros y abrir un jarro cada mes del año (Harlan Miller)

La Navidad..... no es un acontecimiento, sino una parte de su hogar que uno lleva siempre en su corazón (Freya Stark)

La Navidad no es un momento ni una estación, sino un estado de la mente. Valorar la paz y la generosidad y tener merced es comprender el verdadero significado de Navidad (Calvin Coolidge)

Cuento sin U

Cuento sin U.

Jorge Bucay

Caminaba distraídamente por el camino y de pronto lo vio.
Allí estaba el imponente espejo de mano, al costado
del sendero, como esperándolo.
Se acercó, lo alzó y se miró en él.
Se vio bien.
No se vio tan joven, pero los años habían sido bastante
bondadosos con él.
Sin embargo, había algo desagradable en la imagen de
sí mismo.
Cierta rigidez en los gestos lo conectaba con los aspectos más
agrios de la propia historia:
La bronca,
el desprecio,
la agresión,
el abandono,
la soledad.


Sintió la tentación de llevárselo, pero rápidamente
desechó esa idea.
Ya había bastantes cosas desagradables en el planeta para cargar
con otra más.
Decidió irse y olvidar para siempre ese camino
y ese espejo insolente.
Caminó durante horas tratando de vencer la tentación de
volver atrás hacia el espejo. Ese misterioso objeto lo atraía como
los imanes atraen a los metales.
Resistió y aceleró el paso.
Tarareaba canciones infantiles para no pensar en esa imagen
horrible de sí mismo.
Corriendo, llegó a la casa donde había vivido desde siempre,
se metió vestido en la cama y se tapó la cabeza con las sábanas.
Ya no veía el exterior, ni el sendero, ni el espejo, ni la imagen de él mismo reflejada en el espejo; pero no podía evitar la memoria de esa imagen:
la del resentimiento,
la del dolor,
la de la soledad,
la del desamor,
la del miedo,
la del menosprecio.
Había ciertas cosas indecibles e impensables....
....Pero él sabía donde había empezado todo esto.
Empezó esa tarde, hacía treinta y tres años...
El niño estaba tendido, llorando frente al lago el dolor del
maltrato de los otros.
Esa tarde, el niño decidió borrar, para siempre,
la letra del alfabeto.
Esa letra.
Ésa.
La letra necesaria para nombrar al otro si está presente.
La letra imprescindible para hablarles a los demás,
al dirigirles la palabra.
Sin manera de nombrarlos dejarían de ser deseados...
y entonces no había motivo para sentirlos necesarios....
se sentiría, por fin, libre......

EPILOGO:

Escribiendo sin "U"

puedo hablar hasta el cansancio de mí,
de lo mío, del yo,
de lo que tengo,
de lo que me pertenece...

Hasta puedo escribir de él,

de ellos
y de los otros.

Pero sin "U"

no puedo hablar de ustedes,
del tú,
de lo vuestro.
No puedo hablar de lo suyo,
de lo tuyo,
ni siquiera de lo nuestro.

Así me pasa....
A veces pierdo la "U"....
y dejo de poder hablarte,
pensarte, amarte, decirte.
Sin "U", yo me quedo pero tú desapareces...
Y sin poder nombrarte,
¿cómo podría disfrutarte?.
Como en el cuento... si tú no existes,

me condeno a ver lo peor de mí mismo
reflejándose eternamente,
en el mismo
mismísimo
estúpido
espejo.