miércoles, 12 de septiembre de 2007

LEYENDA DE: EL CEIBO


LEYENDA DE: EL CEIBO

FLOR NACIONAL ARGENTINA


Cuenta la leyenda que en las riberas del Paraná, vivía una indiecita fea, de rasgos toscos, llamada Anahí. Era fea, pero en las tardecitas veraniegas deleitaba a toda la gente de su tribu guaraní con sus canciones inspiradas en sus dioses y el amor a la tierra de la que eran dueños... Pero llegaron los invasores, esos valientes, atrevidos y aguerridos seres de piel blanca, que arrasaron las tribus y les arrebataron las tierras, los ídolos, y su libertad.


Anahí fue llevada cautiva junto con otros indígenas. Pasó muchos días llorando y muchas noches en vigilia, hasta que un día en que el sueño venció a su centinela, la indiecita logró escapar, pero al hacerlo, el centinela despertó, y ella, para lograr su objetivo, hundió un puñal en el pecho de su guardián, y huyó rápidamente a la selva.


El grito del moribundo carcelero, despertó a los otros españoles, que salieron en una persecución que se convirtió en cacería de la pobre Anahí, quien al rato, fue alcanzada por los conquistadores. Éstos, en venganza por la muerte del guardián, le impusieron como castigo la muerte en la hoguera.


La ataron a un árbol e iniciaron el fuego, que parecía no querer alargar sus llamas hacia la doncella indígena, que sin murmurar palabra, sufría en silencio, con su cabeza inclinada hacia un costado. Y cuando el fuego comenzó a subir, Anahí se fue convirtiendo en árbol, identificándose con la planta en un asombroso milagro.



Al siguiente amanecer, los soldados se encontraron ante el espectáculo de un hermoso árbol de verdes hojas relucientes, y flores rojas aterciopeladas, que se mostraba en todo su esplendor, como el símbolo de valentía y fortaleza ante el sufrimiento.


Estadisticas y contadores web gratis

googlefb30ab2433b57869.html

PIEDRAS QUE SE MUEVEN EN EL VALLE DE LA MUERTE

PIEDRAS QUE SE MUEVEN SOLAS

Un misterio móvil en el Valle de la Muerte


En el lecho del lago del Valle de la Muerte (Death Valley), California, Estados Unidos, que posee un suelo plano y duro como el de una pista de aeropuerto, unas largas huellas sugieren que grandes piedras —como el bloque de dolomita que se ve en la foto— se mueven inexplicablemente.

La explicación estaría en una secuencia de hechos meteorológicos, a saber: luego de unas fuertes lluvias de invierno que inundan el lecho del lago, el agua se hiela y las capas de hielo se desplazan, empujadas por el viento, deslizándose sobre la capa de agua inferior. En su movimiento, hacen desplazar a las piedras. Aunque los vientos sean modestos, las placas de hielo pueden arrastrar piedras de hasta doscientos ochenta kilos y dejarlas a miles de metros de distancia.

National Geographic, Febrero de 1996