Es inútil
nos empiece a dar pena de la rosa y el pájaro,
inútil que encendamos velas por los pasillos,
inútil que nos prohíban nada,
hablar, por ejemplo,
comer carne,
beber libros,
bajarnos sin pagar en el tranvía,
querer a varios seres,
fumar hierbas,
decir verdades,
amar al enemigo.
Inútil es que nos prohíban nada.
En los diarios vienen circulares,
papeles hay pegados en la esquina
que prohíben comer pájaros fritos.
¡Y no prohíben comer hombres asados
con dientes de metralla, comer hombres desnudos!
¿Por qué prohíben pájaros los mismos que consienten
ejecutar el séptimo y el quinto mandamiento?
Tampoco han prohibido los niños en Corea
y se los sigue el hombre comiendo en salsa blanca.
La "Protectora de Animales" está haciendo el ridículo.
Tampoco han prohibido comer las inocentes pescadillas,
los tiernos y purísimos corderos,
las melancólicas lubinas,
las perdices...
Y qué me dices
de "Mariquita Pérez"
que la compran abrigos de trescientas pesetas
habiendo tanta niña sin muñeca ni ropa.
Los enfermos trabajan,
los ancianos ejercen,
el opio en tal café puede comprarse,
la juventud se vende.
Todo esto está oficialmente permitido.
Comprended y pensad: nada se arregla
con tener "buenos sentimientos",
hay que tener arranques
y ganas de gritar:
-¡Mientras haya guerras comeré pájaros fritos!
Gloria Fuertes